Palabras clave: economía del desarrollo, economías desarrolladas, crecimiento, globalización, desigualdad, pobreza, países en desarrollo, países desarrollados, políticas neoliberales, políticas keynesianas, mercado de trabajo, comercio. El Malestar en la Globalización Revisitado, Joseph Stiglitz.
Joseph E. Stiglitz (2017) “Globalization and its Discontents Revisted. Anti-Globalization in the Era of Trump”, edit. W. W. Norton & Company, USA, ISBN: 9780393355161.
Joseph E. Stiglitz (2018) “El Malestar en la Globalización Revisitado. La Antiglobalización en la Era de Trump”, edit Taurus, ISBN: 9788430619306.
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Si el modelo convencional de hace veinticinco años se basaba en unas familias y en unas empresas racionales que se relacionaban en unos mercados competitivos, de manera que permitían tener eficiencia y estabilidad, ahora cada una de estas hipótesis se pone en tela de juicio: el comportamiento de las empresas y de las familias a menudo no tienen nada de racional, los mercados no suelen ser competitivos y los resultados parecen hallarse lejos de ser eficientes o estables.”
Joseph E. Stiglitz (2018) “El Malestar en la Globalización Revisitado”.
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Los trabajos de Stiglitz y la globalización comienzan cuando abandona el Fondo Monetario Internacional (FMI) a finales de siglo, se recluye en Princeton y publica en 2002 “El Malestar en la Globalización”. Este libro es la base sobre la que se apoya el trabajo que comentamos “El Malestar en la Globalización Revisitado”. El primero tiene la originalidad y la valentía de poner sobre la mesa duros argumentos sobre la globalización en países en desarrollo. El segundo, incorpora las ideas del primero pero, lo completa describiendo el otro punto de vista, la globalización de los países desarrollados. Cuando lees el libro “revisitado” observas que hay dos Stiglitz distintos. El Sitiglitz que hace referencia a su primer libro, aproximadamente un tercio del total de la obra, claro y directo, y las nuevas aportaciones que implican el resto del trabajo, más conciliadoras.
Los trabajos iniciales destacan a los descontentos en los países pobres. Se trata básicamente de dos misiles que golpean la línea de flotación tanto del FMI y como del Banco Mundial. Provocan una fuerte controversia al cuestionar las políticas centrales de dos de los principales organismos financieros mundiales. Y el asunto está en que las críticas no las hacía cualquiera, las exponía un economista que había trabajado en ambas instituciones en máximos cargos, además de ser profesor en MIT, en Cambridge, en Yale, en Oxford, en Stanford y en Princeton, premio John Bates Clark y Nobel de economía. Las reacciones no se hicieron esperar, especialmente ácida la de Kenneth Rogoff que fue economista jefe del FMI en aquellos años.
¿Y qué argumentan las personas de los países en desarrollo para estar tan cabreados con la globalización? Básicamente que las políticas que utilizaban estos organismos no eran adecuadas. Que estaban fundamentadas en una concepción de los mercados de tipo neoliberal, de hecho Stiglitz los llama “fundamentalistas del mercado”. Hace referencia a los ideales de lo que él llama el “Consejo de Washington”, FMI más Banco Mundial, por cierto, separados por una calle en esta ciudad. Estudia varios casos casos con detalle, Asia oriental (China, Corea del Sur, Tailandia, Malasia e Indonesia), la transición de Rusia al mercado capitalista, en América del Sur el caso de Argentina y África.
En el Malestar en la Globalización comparo las políticas del FMI con arrojar bombas desde quince mil metros de altitud. No puede verse el sufrimiento humano que causan. El FMI se centraba en cifras frías como la tasa de desempleo. Ahora bien, detrás de un 10% de desempleo, están millones de familias sin trabajo. Para estas, un cambio estratégico que genere una tasa del 8% de desempleo constituye una diferencia radical, una diferencia humana que no se puede captar en ese pequeño cambio de los datos estadísticos.
Las recetas más importantes son más que conocidas, libertad en mercados de bienes y de servicios (liberación del comercio) y de capitales (inversión extranjera, multinacionales), aumento de oferta monetaria e inflación, austeridad fiscal y privatizaciones. Se aplican de forma drástica, sin una adecuada aceptación social y sin tener en cuenta el especial contexto de esos países, con una alta vulnerabilidad a medidas de ese tipo. Son países con “secuencias y ritmos” muy distintos, en la penetración de políticas económicas, en sus efectos multiplicadores, en sus reacciones. Políticas económicas idénticas para países con problemas económicos y sociales muy diferentes, un desacierto. Stiglitz afirma que el resultado en muchos casos es decepcionante, mayor desigualdad, mayor pobreza, mayor endeudamiento.
Aunque el trabajo fue rápidamente esquinado por la ideología imperante neoliberal, algo se movió, sobre todo en el FMI. Cinco años después de la publicación de la primera versión y con la Gran Recesión triturando las economías de medio planeta, el FMI respaldaba políticas de estímulo fiscal a nivel mundial argumentando los problemas que tendría minorar este apoyo de demanda. Es mucho cambio para un organismo como el FMI.
El argumento de los cabreados -versión países en desarrollo y en especial USA- es muy diferente, pero el efecto es el mismo, individuos molestos, disgustados. Entienden que el sistema comercial mundial les perjudica, que está realizado bajo acuerdos injustos, y que en el caso de USA han sido engañados por México o Rusia. Como dice Stiglitz en palabras de Trump…
“Los peores acuerdos comerciales de la historia.”
De ahí la aparición de populismos y proteccionismo a la Trump. Sin embargo, esos acuerdos fueron inducidos por grandes corporaciones ubicadas fundamentalmente en Estados Unidos. Así es que no se entiende muy bien tanto descontento salvo que se realizara beneficiando a las grandes corporaciones y no a los individuos. La secuencia de causas y efectos es obvia. Las causas, libertad de movimientos de capitales, de bienes y de personas, aranceles bajos y costes de transporte reducidos. Los efectos, deslocalización de empresas hacia países con mano de obra barata y producciones que vuelven a países desarrollados a menor precio, consecuencia final pérdida de empleos, minoración de ingresos, exclusión social.
Conclusión. ¿Todos cabreados? ¿esto es la globalización? Es difícil imaginar una situación más lamentable donde todos los agentes económicos pierden. Stiglitz matiza afirmando que la globalización no es mala de forma implícita, sino que se ha gestionado mal. Además, añade que hay otros factores que han podido incidir en los malos resultados del proceso de globalización como los cambios tecnológicos y la estructura de las economías. Con todo, piensa que el proceso no está resultando positivo salvo honrosas excepciones –países nórdicos- que lo único que hace es confirmar la tendencia.
Es decir, la respuesta ante la duda de si los economistas y los políticos que ensalzan las virtudes de la globalización tenían razón es, en resumen, que en parte sí y en parte no. La globalización, bien administrada, podría haber beneficiado a todos. Sin embargo, en general, no se gestionó bien y el resultado se ha traducido en que algunos ciudadanos –quizá incluso la mayoría- están ahora peor que antes.
Aunque hay opiniones para todo. Los neoliberales no lo ven tan mal y responden sin duda con imaginación al problema que señala Stiglitz.
“Una respuesta que dan en ocasiones los economistas neoliberales –los que piensan que cuanto más libres sean los mercados mejor y que, por tanto, defienden una mayor “liberalización del comercio- es que la gente sí está mejor, pero que no es consciente de ello. Su malestar es un asunto del que deben ocuparse los psiquiatras, no los economistas.”
Tratándose de Stiglitz, las recetas de solución a este juego de suma negativa son más keynesianas. Más impuestos, sobre todo a los ricos. Más gasto, más tirón de demanda agregada. Más ahorro, más inversiones en educación, en tecnología y en infraestructuras.
El auténtico valor del trabajo de Stiglitz es mostrar a la sociedad y a las instituciones financieras internacionales que, en términos macroeconómicos, las cosas se pueden hacer de otra manera. Que hay otros enfoques, que se puede estimular las economías bajo otros esquemas y acertar. Que no todos los países son iguales, que no todos los tiempos son los mismos, que se debe estudiar con mayor sensibilidad las economías que se pretende ayudar y que hasta el todo poderoso FMI o Banco Mundial pueden confundirse. Lo resume en dos ideas.
Gestionar las consecuencias de la globalización en cada país para asegurarse que haya menos perdedores; y reescribir las reglas de la globalización con el fin de que estas sean más justas para los países en desarrollo y estén menos dominadas por los intereses empresariales y financieros.
Juan Vega Cervera
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Puedes encontrar más información general del trabajo en Wikipedia y amplias opiniones personales en foros de Goodreads. Una discusión de los fundamentos teóricos de la economía en la ciencia ficción / fantasía puedes leerla en “Estado de la Cuestión” en este mismo blog.
Imagen Gerd Altmann en Pixabay. Fotografía de Bennett Tobias en Unsplash.