La Guerra Interminable // Joe Haldeman

Palabras clave: economía de guerra, planificador central, mundo distópico, sobrepoblación, desempleo, mercado de trabajo, propiedad privada, moneda basada en calorías. La Guerra Interminable, Joe Haldeman.

Joe Haldeman (1974) “Forever War” (Secuela “Forever War”), Ed. St. Martin’s Press, USA, ISBN 0312298900.

Joe Haldeman (2013) “La Guerra Interminable” (Secuela “La Guerra Interminable”), Ediciones b, ISBN 9788498728774.

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Probablemente la mejor de las novelas de Haldeman. Supone el comienzo de la serie de “La guerra Interminable”, continuada más de veinte años después con “La Paz Interminable”, “La Libertad Interminable” y “paz y Guerra”, publicadas en 1997, 1999, y 2006. 

Algunos ven escenarios apocalípticos con una Tierra completamente desfigurada, y es así. Otros observan a un fanático de la guerra, alegorías como veterano de Vietnam, con batallas y mucha vida militar, y también lo es. Muchos afirman que es una respuesta a Heinlen con “Tropas del Espacio” o a Scalzi con “La vieja Guardia”, y puede ser aunque él lo niega. Y prácticamente todos piensan que es una obra maestra, y yo también. Una novela impactante, un clásico de ciencia ficción.

Willian Mandella, su personaje principal, es un tipo tranquilo al que no le salen las cosas como quiere. Soldado brillante que lucha en una guerra contra un enemigo del que se sabe poco, que está lejos y que no tienen forma de comunicarse con él.  1000 años terráqueos  de guerra pero sólo unos cuantos para Mandella por el efecto de la relatividad en el tiempo en sus desplazamientos a velocidad de la luz. Tecnologías inimaginables, agujeros de gusano y guerras monstruosas y al final, Mandella vuelve a casa pero, en cada ocasión, lo que encuentra va cambiando mucho. Más de un milenio es demasiado. Haldeman es un maestro exponiéndonos cómo va cambiando el sexo, el lenguaje y el modo de vida, y sobre todo la conceptualización de la economía.

La economía de la tierra se mantiene pero poco a poco tiene menos fuerza y más debilidad. El planeta es distópico, tiene que mantener una economía de guerra a la vez que tiene que luchar con una sobrepoblación en alza y con un desempleo en tasas de más del 50%. Es decir, una economía con una inflación de gastos importante por las necesidades de la guerra y de la población.

La Tierra no es ya el mismo lugar que conocieron ustedes.
Extrajo una pequeña tarjeta de su túnica y la miró con una escueta sonrisa.
—La mayoría de ustedes dispondrá de cuatrocientos mil dólares, entre sueldos acumulados e intereses. Pero la Tierra está en pie de guerra y, por supuesto, son los ciudadanos los que la costean con lo que pagan en concepto de impuestos. Sus propios ingresos les colocan en la categoría de quienes pagan el noventa y dos por ciento del impuesto sobre la renta. Con treinta y dos mil dólares podrían vivir unos tres años, cuidando mucho los gastos. Tarde o temprano tendrán que buscar trabajo, y éste es precisamente el empleo para el cual están mejor preparados. No hay muchos otros disponibles; la población de la Tierra supera los nueve billones, de los cuales cinco o seis carecen de empleo.

Haldeman detalla algunos de los problemas de la Tierra. Los nueve billones de individuos (billones americanos, es decir, miles de millones de los nuestros) son un problema colosal. Una de sus soluciones fue limitar la natalidad a través de la homosexualidad.

¿cuántos de ustedes son homosexuales?
Nadie respondió.
—No me sorprende. Por mi parte, lo soy…
¡Y no bromeaba!
—… y creo que una tercera parte de la población de Europa y Norteamérica lo es también. En la India y en el Oriente Medio la proporción es mayor, pero decrece en Sudamérica y en China. Casi todos los gobiernos propician la homosexualidad, sobre todo porque es un método infalible para el control de la natalidad. Las Naciones Unidas se mantienen oficialmente al margen del tema.

De hecho, el tema de la sexualidad está ampliamente descrito en el libro. Todo es muy evolutivo, inicialmente el sexo es libre, abierto. En las siguientes fases se impone la homosexualidad también de forma abierta y libre. Pasan los siglos y las relaciones sexuales se vuelven más asépticas con clonaciones. La última fase implica una especie de concienciación genérica, lo llama Khan.

El otro problema es el desempleo porque un porcentaje importantísimo de la población mundial está en paro y requiere subsidios. Lo comenta Mandella al charlar con un militar, el sargento Siri, que le indica en qué ha cambiado la Tierra desde su primera visita.

—El general dijo que media población está parada y que tampoco podremos conseguir buenos empleos. ¿Qué opina usted?
—No sé qué significa «estar parado». ¡Ah, se refiere usted a las personas sin empleo que reciben subsidio del gobierno! Es cierto, el gobierno se encarga de mantener a la mitad de la población. Yo nunca tuve trabajo antes de que me reclutaran. Era compositor. Pero este asunto del desempleo crónico tiene dos caras, ¿no se dan cuenta? El mundo y la guerra pueden funcionar perfectamente con sólo uno o dos billones de personas, pero eso no significa que los demás nos quedemos cruzados de brazos. Todos los ciudadanos tienen derecho a dieciocho años de educación gratuita, de los cuales catorce son obligatorios. Esto, sumado a la falta de necesidad de trabajar, ha producido un florecimiento de los estudios y de la actividad creativa, en una proporción inigualada en toda la historia de la humanidad.

A diferencia de la gran mayoría de los mundos distópicos de ciencia ficción, donde la población pasa hambrunas, en esta novela el hambre está eliminada. Una economía concentrada en productos de altas calorías.

Muchas de las cosas que se temían entonces no se produjeron. El hambre, por ejemplo. Aun sin emplear toda la tierra y el mar disponibles logramos alimentar a todo el mundo, con posibilidades para el doble de población, mediante la aplicación de calorías. Cuando ustedes partieron, millones de personas morían lentamente de hambre. Ahora no existe tal cosa.

De hecho, de alguna forma se produce una nueva moneda o unidad de dinero en torno a las kilocalorías.

Compramos un racimo de uvas en una verdulería al aire libre (la ilusión se quebró cuando tomó una tarjeta de calorías y selló mi libreta de raciones) y recorrimos las angostas aceras de ladrillo, que nos parecieron encantadoras.

La elevada población también sesga la propiedad privada. Sobre todo con referencia a bienes inmuebles.

Todavía hay delitos contra la propiedad: pequeños robos, vandalismo, residencias ilegales…
—¿Qué diablos es eso de «residencia ilegal»?
El sargento Siri vaciló antes de responder, con gazmoñería:
—No se debe privar a otros de espacio vital adquiriendo ilegalmente propiedades. Alexandrov levantó la mano.
—¿Eso significa que ya no hay propiedad privada?
—Claro que la hay. Yo, por ejemplo, era dueño de mis propias habitaciones antes de que me reclutaran. Pero hay ciertos límites.

Haldeman le da una importancia fundamental a la guerra puesto que piensa que es un apoyo central a la economía del planeta. La teoría es que la economía podría colapsar si no estuviera financiada por la guerra. Pero por otra parte también observa que el planeta se ha empobrecido por la guerra por lo que es una dicotomía complicada. Mandella en uno de los informes finales indica que de alguna forma la economía de la Tierra necesitaba de una guerra que impulsará la producción y trabajo necesario para satisfacer su demanda. Indica que aunque implicaría un esfuerzo de financiación muy fuerte podría unir al planeta.

La verdad era que la economía terráquea necesitaba una guerra; aquélla era una oportunidad ideal. Además de representar un hermoso agujero en el cual arrojar baldes de dinero, también unificaría la humanidad, en vez de dividirla.

En su descripción teórica da un paso más indicando que en la economía debería estar muy dirigida, al estilo de un planificador central que denomina “Naciones Unidas”. Este planificador debería organizarse en todas las fases de producción especialmente en el aspecto de la alimentación.

La mayor parte de las metrópolis fueron reducidas a cenizas durante los motines del hambre, en 2004, precisamente antes de que las Naciones Unidas se encargaran de la producción y distribución de alimento.

Introduce otros comentarios al reconocer que hay problemas en esta configuración, como mercados negros o personas influyentes fuera de la planificación. Pero también indica que, en un momento dado, podrían dar de comer a las masas y eso es mejor que la inanición. Muy al estilo de la propia economía, Haldeman aportar ideas económicas y las rebate de forma continua. Parece que apoya la economía de guerra pero su vez la crítica. Insinúa una especie de planificador general de la economía pero indica sus muchos problemas. Todo lo plantea y todo lo cuestiona. Es Haldeman.

Juan Vega

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Puedes encontrar más información general de la novela en Wikipedia y amplias opiniones personales en foros de Goodreads. Una discusión de los fundamentos teóricos de la economía en la ciencia ficción / fantasía puedes leerla en “Estado de la Cuestión” en este mismo blog.

Imágenes de Omni Matryx , icheinfach y Pete Linforth en Pixabay.

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