Palabras clave: Publicidad, márketing, mercado de trabajo, trabajos basura, capitalismo, sobre población, consumo, pobreza, desigualdad, huckterismo. “La Guerra de los Mercaderes” de Frederic Pohl.
Frederic Pohl (1984) “The Merchants War” ed. St. Martin´s Press, USA. ISBN 9780312530105.
Frederic Pohl (1991), “La Guerra de los Mercaderes”, ed. Ultramar, Ciencia Ficción nº 117, ISBN 9788473866446.
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Frederic Pohl publicó este trabajo 30 años después de “Mercaderes del Espacio”, su secuela inicial, y sin Kornbluth. Su amigo y coautor del trabajo original falleció de un ataque al corazón sólo 4 años después de la publicación inicial, en 1958. Tenía 34 años. La ciencia ficción perdió un novelista de máximo nivel en una edad muy temprana. Pero Pohl continuó trabajando, creando novelas que le alzaron a leyenda de la ciencia ficción.
En “La Guerra de los Mercaderes” y a pesar del título, no hay que esperar una guerra convencional, no es el estilo de Pohl. Lejos de eso, se trata de un auténtico thriller en el que están involucrados Venus y la Tierra. Y, el arma más mortífera con la que cuentan es la publicidad en su ángulo más cruel, el arte de convencer sin que quieras ser convencido o, en otras palabras, la codicia en su máxima expresión.
La trama se ambienta en ambos planetas, inicialmente en Venus y posteriormente en la Tierra. Tierra está gobernada por enormes corporaciones que controlan todo el sistema económico y social en una estructura híper capitalista. La base de todo el control es el marketing y la publicidad, brutal, directa, corrosiva, mortífera. El ambiente en Tierra es completamente distópico, los efectos de la sobrepoblación y la crisis del medio ambiente han destrozado el planeta. Y la Tierra desea Venus, nuevos mercados, más consumidores y proyección para futuras inversiones.
Aquí aparecía un ómnibus a pedales impulsado por doce personas, ahí tres taxis empeñados en introducirse en un hueco de la riada de vehículos, peatones saltando desesperados entre los miles que inundaban la calzada; las calles estaban embotelladas, las aceras eran un incesante hormiguero, todos los edificios absorbían o expelían por sus puertas a centenares de personas…
Los detalles de márketing se suceden a lo largo de la novela acaparando cada aspecto que pueda generar valor añadido a los gestores de las grandes corporaciones.
Todas las fachadas ostentaban pantallas de cristal líquido en los que centelleaban anuncios publicitarios, los más recientes brillantes como la aurora, los más antiguos manchados de barro y algunos totalmente cubiertos con inscripciones. En los bordillos había expositores metálicos que ofrecían a los transeúntes muestras gratuitas de Fumafuma y Boncafé, así como cupones de descuento para un sinfín de productos. Rasgaban la densa contaminación del aire imágenes holográficas de pequeños electrodomésticos de milagrosa eficiencia, fines de semana de fantasía en países exóticos y el cascabeleo constante de innumerables rebajas, saldos y ventas de liquidación.
Venus desea ser lo que no es la Tierra, es decir, desprecia la construcción de un modelo económico sobre la base del puro consumismo, rechaza el capitalismo de publicidad. Venus es una especie de colonia de la tierra donde fundamentalmente han ido a parar los renegados del sistema económico de su planeta de origen. Recuerda a Heinlen con “La Luna es una Cruel Amante” con los despojos de la sociedad terrícola arrinconados en los subterráneos de nuestro satélite. Pero sobre todo lo que desea Venus es libertad.
La Tierra había vaciado sus cárceles arrojando a Venus lo peor de la escoria de la sociedad. . Los asesinos, los violadores, los falsificadores de tarjetas de crédito, los pirómanos eran los menos malos de todos ellos. O los peores, según el punto de vista de cada cual. Por ejemplo, a nosotros no nos interesaban en absoluto los atracadores esporádicos; no nos compensaba el gasto de alimentarlos ni el trabajo de mantenerlos a raya. A los venusianos tampoco. Lo que los venusianos querían de cada contingente de prisioneros era a los más viles traidores, a los conservaduristas, a los acusados de incumplimiento de contrato, a los fanáticos adversarios de la publicidad, a esos individuos que destrozan las vallas de los anuncios y producen cortocircuitos en los hologramas. Los querían para convertirlos en ciudadanos venusianos de pleno derecho.
Y con ese tipo de ciudadanos es obvio la clase de sociedad que querían los venusianos. Un simple ejemplo es la descripción de una estación de tren del planeta ictérico.
La estación de tranvías era una construcción típicamente venusiana que en la Tierra no hubiera satisfecho los requisitos mínimos exigidos por los consumidores para un establecimiento público: ni una sola máquina expendedora, ni un solo juego electrónico, ni un solo cartel educativo anunciando los productos y servicios más recientes. Estaba enteramente excavada en la roca y todo cuanto habían hecho para decorarla era adecentar las paredes con unas manos de pintura y plantar aquí y allá algunas flores.
Y por encima de todo, la publicidad. Por una parte, el márketing convencional, siempre al límite de la verdad, creando necesidades artificiales y generando deseos continuos que no responden a necesidades. Por otra, la investigación en márketing se supera con las “ordenanzas campbellianas” o la “terapia del placer límbico”, lo último en publicidad adictiva.
Según el doctor Campbell —prosiguió dirigiéndose a mí—, placer es el nombre que damos a la sensación que experimentamos cuando las zonas límbicas, o marginales, del cerebro reciben un estímulo eléctrico. Creo que inició sus investigaciones en este campo al descubrir que muchos de sus alumnos experimentaban gran placer a partir de lo que en la época se llamaba música de rock. La saturación de los sentidos producida por la estridencia de la música estimulaba las zonas límbicas, ergo el placer, con lo cual descubrió un método sencillo y poco costoso de condicionar a los sujetos de la forma y manera deseadas.
Y las zonas campbellianas, áreas en las que si te expones de cualquier forma quedas “atrapado” en adicción de por vida.
—¡Pero no es justo, Danny! Yo no sabía…
—¿Justo? —repitió, mirándome sinceramente perplejo—. Es cierto, la campbellización es relativamente reciente… Hubieras debido tener más cuidado… De todos modos, las zonas reservadas para anuncios límbicos están claramente señalizadas.
—¡Claramente señalizadas! —exclamé subrayando la mofa y el desprecio.
El personaje principal es Tennison Tarb, un ejecutivo de máximo nivel de una corporación de la Tierra ubicado en Venus. Un tipo sencillo al que le va cayendo desgracia tras desgracia. Cuasi expulsado de Venus, por su origen y formación, se va a Tierra, donde espera por fin que las cosas vayan mejor. Se podrá dedicar a vender que es lo que desea, es su vida.
¡Luego me declararon persona non grata y rápidamente me enviaron de regreso a la Tierra! —y siguió unos instantes riéndose del atolondramiento de los venusianos—. Claro que —agregó recuperando la seriedad— mantuve muy elevado mi nivel profesional mientras estuve en Venus.
Pero, ley de Murphy, era posible que la cosa fuera a peor y lo fue. Siguieron las expulsiones, de su agencia de publicidad y del ejército donde se enroló a posteriori. Y termina como un consumidor base, uno más de los miles de millones y con adicciones campbellianas con la Moka-Kola junto con su principal efecto secundario, la depresión.
—Tiene usted lo que en medicina llamamos una dependencia campbelliana —dijo la doctora con voz exenta de toda emoción, con la voz que emplearía un Veterinario para anunciar un recuento de leucocitos en un laboratorio de investigación bovina. La mirada que me dedicó era exactamente la misma que solía utilizar Mitzi para despedir a cualquier individuo calificado de inepto para su red de espionaje—. Es posible que pudiera reciclársele —añadió examinando los resultados en la pantalla situada ante su mesa— aunque no creo que merezca la pena. Muestra usted un cuadro clínico carente de todo interés.
—Tragué saliva. Me resultaba duro aceptar que se estaba hablando de mi vida.
Pero, tales crisis hacen que vaya madurando, que comience a plantearse aspectos diferentes, que mire a su alrededor con otro prisma. Y todo se complica con un plan de Venus para someter a Tierra y el equivalente de Tierra con Venus. Un doble complot y un asombroso final teniendo como eje, cómo no, la publicidad.
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Juan Vega
Puedes encontrar más información general de la novela en Wikipedia y amplias opiniones personales en foros de Goodreads. Una discusión de los fundamentos teóricos de la economía en la ciencia ficción / fantasía puedes leerla en “Estado de la Cuestión” en este mismo blog.
Imágenes de Gerd Altman y 8926 en Pixabay.