Palabras clave: valor, precios, disposición a pagar, intercambio, divisas, tipos de cambio, dinero, riqueza, coste de oportunidad. “The Cambist and Lord Iron, A Fairy Tales of Economics”, Daniel Abraham.
Daniel Abraham (2007) “The Cambist and Lord Iron, A Fairy Tales of Economics”, Logorrhea, Good Words Make Good Stories, edit. John Klima, 2007, Bantam Books, USA, ISBN-13: 978-0553384338.
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El trabajo contempla desde el principio un enfoque completamente económico, aunque rápidamente trasciende a valoraciones mucho más idealizadas. Nominado al Hugo y al World Fantasy su lectura no deja a nadie indiferente.
Abraham nos sitúa en una época medieval de reyes, nobles y plebeyos aunque tiene comentarios de épocas más avanzadas. No ubica geográficamente el reino, lo deja para la imaginación de cada uno, aunque el rey es Walther IV y su moneda la libra esterlina. Y crea dos personajes principales, completamente opuestos, Olaf Neddelsohn y Edmund Sacrasso, este último más conocido como Lord Iron. Dos personajes principales con un factor que los une: el dinero. El primero porque lo tiene, es inmensamente rico y el segundo porque lo usa, lo cambia, facilita intercambio, le da la utilidad que se espera del mismo.
Comenzando por Olaf, sencillamente es un hombre tranquilo y humilde. Disciplinado en su trabajo, insaciable lector, con buen carácter, siempre con una sonrisa, siempre respetuoso, una bellísima persona. Su trabajo consistía en actuar como una especie de oficina de intercambio de divisas o casa de moneda o banco, intercambiaba diferentes monedas, actualizaba tipos de cambio para ajustar el valor de las monedas, para viajeros, para comerciantes, para todo el que lo necesitara.
Lord Iron era algo muy distinto. Noble y rico heredero desde su infancia con un patrimonio similar al de Walther IV y mayor que el de algunos reinos pequeños. Su riqueza era solo comparable a sus excesos. Cuando no eran de tipo sexual eran depravaciones de cualquier forma, incluyendo palizas, asesinatos o cualquier otra brutalidad. Eso sí, con dos constantes comunes, que le divirtiera y que destruyera a alguna persona ya fuera psíquica o físicamente, o de ambas formas.
Y confluyen ambos personajes. Lord Iron se entera de la actividad de Olaf y va a por él. Pero en este caso, dado que Olaf tenía una actividad más técnica, era necesario humillarle antes de destruirle. Y le somete a tres pruebas. Cada prueba es más complicada y cada respuesta de Olaf es más contundente y siempre dentro de la estructura del análisis económico. El peligroso juego que establecen, donde una parte puede perder la vida y la otra un simple entretenimiento sirve para que Abraham introduzca conceptos económicos magníficamente explicados.
La moneda es algo comprado y vendido, al igual que las ciruelas o los accesorios de gas. Es lo que hacemos aquí.
Y un poco más adelante…
“Señor”, dijo. “Cuando un cliente viene a mí con cien dólares y lo devuelvo setenta libras, no he dicho una frase en latín sobre ello. De repente, no hay setenta libras más en el mundo y cien dólares menos. Yo compro los dólares. Viniste a venderme tus florines. Muy bien. Los he comprado.
(…)
“¡Como papel de regalo!”
“¿Qué importa eso?” Espetó Olaf, sorprendiendo tanto a Lord Iron como a él mismo. “Si los invierto en bonos negociables en Analdi-Wat o los quemo, no es asunto tuyo. Alguien estaba dispuesto a comprarlos. A partir de eso, ahora puedo citar con autoridad lo que la gente está dispuesta a pagar. Ahí está tu tasa de cambio. Y ahí está tu dinero. Gracias por su negocio, y buenos días”.
Se determina con claridad que el valor de un bien o de un determinado servicio es lo que puedes adquirir con ello. No hay un valor implícito, sino que es indirecto respeto a su coste de oportunidad.
“Podrías, mi señor”, dijo Olaf. “Puedes expresar cualquier cosa en términos de cualquier otra cosa, mi señor. ¿Cuántas tartas de limón vale un caballo? ¿Cuántos periódicos equivalen a una buena cena? No es más difícil de determinar que cierto número de rublos para otro número de yenes, si conoces el truco”.
La novela tiene un final impactante. Entra de lleno en el concepto de valor y de riqueza con un hombre desesperado por intentar comprar lo que no se puede comprar e intentar rectificar lo que difícilmente tiene solución. El hombre sencillo de aparente vida triste, termina haciéndose inmenso. Y, el hombre importante de aparente riqueza, se reduce a la nada.
Lord Iron abrió la mano en señal de respeto. Olaf se aclaró la garganta.
“La riqueza”, dijo, “no es una medida de dinero. Es una medida de bienestar. De felicidad, si quieres. La riqueza no se comercializa, sino que se genera por el comercio. Si tiene una obra de arte que deseo poseer y tengo dinero puedo adquirir la obra de arte, intercambiamos. Cada uno de nosotros tiene algo que prefiere el otro; de lo contrario, no habríamos acordado el intercambio. Los dos estamos mejor. ¿Lo ves? Se genera riqueza ”.
Juan Vega
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Puedes encontrar más información general de la novela en Wikipedia y amplias opiniones personales en foros de Goodreads. Una discusión de los fundamentos teóricos de la economía en la ciencia ficción / fantasía puedes leerla en “Estado de la Cuestión” en este mismo blog.
Imágenes de y Clker-Free-Vector-, mohamed Hassan, Gerd Altmann de Pixabay.