Estado de la cuestión
Unas líneas para desarrollar algunos de los fundamentos teóricos que pueden soportar el análisis económico dentro de la ciencia ficción y fantasía. He intentado ser algo más formal, disculpa si pudiera resultar denso.
Índice
Ciencia ficción, fantasía y economía
La literatura de ciencia ficción y fantasía y su economía
Hablar de economía no es lo usual en novelas de este género. Cuando eres lector te fijas en distintos rasgos, personajes, narrativa, trama, ritmo, originalidad, atmósfera, escenarios…pero casi con toda seguridad no en la economía. Por eso decidí crear este post exponiendo algunas ideas sobre cómo veo la simbiosis entre los dos conceptos.
Tal vez, podrías preguntarte… ¿pero los economistas son realmente científicos? No pienses que la respuesta es clara, hasta en eso hay ambigüedad. Hoy en día existe cierto consenso relativo -sobre todo a partir de puntos de vista neoclásicos- que entiende que la economía es ciencia en análisis de proposiciones positivas. Y puede que nos aproximemos a una ciencia más social si lo que manejamos son proposiciones normativas. Pero eso no quiere decir que trabajemos como físicos o como ingenieros. Nunca tenemos certeza absoluta sobre la afirmación que realizamos. La economía no va de leyes inmutables, universales y que se cumplen siempre, pero sí hay leyes generales. Ante una determinada afirmación, pueden aparecer puntos de vista contrarios y todos pueden tener algo de razón, de hecho es bastante usual. Esto complica la disciplina pero también la hace apasionante. Realmente pienso que la economía es un híbrido. Asimilamos las metodologías científicas y las utilizamos pero, trabajamos con personas. Y eso, lo cambia todo.
En las siguientes líneas hablo de la complementariedad entre las ciencias puras y la economía en la ciencia ficción. Las ventajas e inconvenientes de cada una y cómo han confluido. En concreto, comento algunos trabajos que incorporan economía y cómo se ha desenvuelto en el género, es decir, un ángulo histórico para observar su evolución. El otro prisma, más futurista, se desarrolla en el apartado de Antologías de este mismo blog.
Creatividad y economía
Los problemas de predicción en economía
La ciencia ficción realiza proyecciones más o menos realistas sobre historias especulativas. Los esfuerzos se centran en construir una comprensión del mundo tecnológicamente aceptable, especialmente en la ciencia ficción dura. Los temas que han recibido sus aportaciones directas son incontables como la inteligencia artificial, la informática, la robótica, los viajes en el tiempo, la ingeniería genética, la biotecnología, la nanotecnología, los viajes interestelares, las colonias espaciales, etc. Parecía que el género era un campo abonado para las ciencias más técnicas, dando forma general a sus narrativas. Pero estos puntos de vista, más o menos razonables técnicamente hablando, en muchas ocasiones se basaban en supuestos económicos débiles o simples. La construcción de sus mundos respondía a una mera intuición, en ocasiones casi ridícula, sobre lo que aportaría una ciencia social.
Por otra parte, a los economistas nos sucede lo contrario. Entendemos, o nos creemos que entendemos, el funcionamiento de los sistemas económicos en las sociedades presentes. Explicamos a la perfección hechos pasados, de ahí el famoso símil de “ciencia triste” de Thomas Carlyle. Ahora bien, cuando pensamos en proyecciones futuras somos bastante miopes, apenas unos años y con modelos económicos estructurados bajo la realidad actual. Nos cuesta cambiar las dinámicas de funcionamiento de los mercados o analizar el impacto económico de una futura tecnología. Si miras la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero J.M. Keynes o los Principios de Economía de I. Fischer de los años 30 no distorsionan en absoluto respecto a la realidad actual, y hablamos de hace más de 80 años.
Somos bastante adversos al riesgo en temas de predicción, extrapolamos a muy corto plazo cambiando alguna variable y poco más. Da la sensación de que las finanzas, la estructura bancaria, el sistema monetario o los fundamentos básicos de los mercados no pueden ser cuestionados, no admiten cambios. Un análisis de próximas décadas queda fuera de nuestro rango de evaluación.
¿Y por qué se da esto? Al menos por dos razones, por la complejidad del tema y por el sesgo en las investigaciones. En primer lugar, porque los análisis especulativos son enormemente complejos y en todos los casos no lineales. Incorporan a los individuos y sus tendencias muchas veces caóticas por lo que la dificultad de un estudio en plazos amplios es enorme. Los modelos económicos, por sofisticados que sean, predicen con mucha dificultad. No tenemos una bola de cristal que nos indica el futuro y dar a entender de cualquier forma esa idea es una hipocresía. Simplemente ofrecen una aproximación de cómo puede evolucionar la economía. Los problemas los conocemos todos, no hay que ser economista para describirlos, pobreza, desigualdad, desempleo, inflación y un amplio etc. El análisis macroeconómico lo único que hace –que no es poco- es observar los factores que inciden en la solución de estos problemas, con la menor utilización de recursos y con el máximo bienestar posible. De ahí a tener la llave del crecimiento continuo con ciclos controlados hay un abismo. En segundo lugar, porque las escuelas de economía se basan fundamentalmente en el presente. Esto se da por la primacía de la maximización de beneficios a corto plazo y el consumo inmediato en los análisis económicos de cualquier mercado. En una palabra, codicia. Si algo define al capitalismo es la voracidad en la competencia, la desigualdad en la distribución de la riqueza, la depredación de recursos y la satisfacción por el consumo aquí y ahora, de bienes, de servicios, de lo que sea. Suma complejidad, desinterés y codicia y entenderás nuestra dificultad para tantear escenarios ficticios a medio y largo plazo.
Abhijit V. Barnerjee y Esther Duflo, ambos premios Nobel de economía de 2019, en su impactante libro del mismo año “Good Economics for Hard Times” lo afirman con total claridad “…las predicciones son casi imposibles, razón por la cual la mayoría de los economistas académicos se mantiene alejados de la futurología”. Y un detalle más que resulta estremecedor. Ni las instituciones financieras internacionales, ni los servicios de estudios de los bancos centrales, ni los mejores economistas académicos predijeron la mayor recesión que hemos tenido en 100 años, la Gran Recesión. Pero no hace falta remontarse a 2008, en nuestros días las economías han vuelto a ser golpeadas de forma violenta. En este caso por la pandemia mundial y nuevamente nadie pudo anticipar siquiera de forma indirecta la profundidad del impacto y la fuerte recesión que ha generado. Una y otra vez se produce lo mismo. Ese es nuestro nivel de predicción.
Los economistas tenemos un claro problema de imaginación o mejor dicho de falta de ella. En noviembre de 2008 cuando todo había estallado por los aires, la reina Isabel II visitó uno de los máximos centros de la economía mundial plagado de premios Nobel de economía, la London School of Economics. No se anduvo por las ramas y en su recepción les preguntó cómo era posible que nadie se hubiera dado cuenta del nivel de crisis que llegaba. La respuesta le correspondió a un conocido economista español Luis Garicano que afirmó que “el alcance y la gravedad de la crisis (…) fue principalmente un fracaso de la imaginación colectiva”. Esta falta de imaginación estaba referido al anclaje de la economía en la hipótesis de expectativas racionales y en la teoría de los mercados eficientes durante muchos años. Combinado con ello ha habido cierta arrogancia en la disciplina en comparación con otras ciencias sociales. En una conferencia de la American Economics Association en 2003, Robert Lucas otro Nobel de economía y auténtico revolucionario de la macroeconomía desde los años 60 afirmaba que “el problema central de la prevención de la depresión había sido resuelto a todos los efectos prácticos”. No hace falta comentar que pasó 5 años después.
Pienso que los economistas hacemos más falta que nunca por la implicación que supone la economía en todo. Sin embargo, tenemos que ser capaces de plantearnos nuevos escenarios, diferentes formalizaciones de la economía y no el esquema de economía predictiva lineal que impera desde los años 80. De ese esfuerzo intelectual pueden surgir ideas, matices, prismas distintos sobre cómo abordar una dificultad. El problema de la imaginación del que hablaba Garicano es real y conecta directamente con la ciencia ficción y con las ideas que puede aportar. Cuando te obligas a pensar en un escenario distinto, con características de recursos y producción diferentes, con sistemas de distribución alternativos, con agentes económicos cambiantes… lo que comienza realmente es la creatividad, es decir, la ciencia ficción.
La senda de este camino la establece el Nobel de economía de 2018 también conocido como el “economista de las ideas” Paul Romer. Para Romer son las ideas las que impulsan el desarrollo y el crecimiento, las que generan el bienestar. Nada de rendimientos decrecientes a escala basado en la acumulación de factores productivos, nada de recursos escasos entre usos alternativos, nada de teoría convencional del crecimiento. Como dice él “mierda” para todo eso. Innovaciones e ideas, lo único que forjará un crecimiento sostenible a largo plazo. Es decir, imaginación y creatividad, ciencia ficción en estado puro.
El comienzo de la economía en la ciencia ficción
Los primeros pasos y hasta la economía 2.0
La simbiosis entre economía y ciencia ficción ha sido lenta y complicada. Pero se ha dado. Los planteamientos de ficción con base económica se han ido produciendo a los largo de las décadas. De muchas formas y para distintos tipos de economía. Autores como Pohl, Kornbluth, Dick, Ardrey, Sheeckley en los años 50 son el prefacio de la entrada de la economía, la edad de oro de la ciencia ficción. La década de los 60 con Heinlen, Brunner, Dick, Knight implican el asentamiento suave de esta disciplina. Los años 70 son su expansión inicial, Lloyd, Haldeman, Leguin, Niven, Adams y nuevos trabajos de Pohl y Brunner entre muchos otros. La década de los 80 con más trabajos de Adams y Pohl, Hogan, Turner, Atwood, Sterling, Simak, Effinger, Haldeman o Bova, algunos satíricos, otros distópicos, todos distintos. Los 90 amplían el arco, con Robinson y su espectacular diseño de colonización de Marte, Womak, Egan, Stephenson, Sterling, Vinge, etc. El nuevo siglo incorpora nuevas ideas con más Atwood o Vinge, Doctorow, Swanwick, Bacigalupi o Stross que implica el asentamiento definitivo de la economía en la ciencia ficción, con su economía 2.0 en “Accelerando”. En la actualidad, temas muy diferenciados con planteamiento económicos diversos en trabajos como los de Suarez, Stephenson, Weir, Richardson, Lord, Newitz o más Stross o Doctorow con nuevas tendencias del dinero o análisis económico sobre el comercio interestelar. Y son sólo algunos, hay mucho más. La mayor parte de ellos están o estarán incorporados en este blog.
Sin duda, la economía ha entrado en la ciencia ficción por derecho propio. Es la base que soporta el funcionamiento creíble en la configuración de nuevos mundos. Aglietta en “Money, 5.000 Years of Debt and Power” o Graeber en “Debt: The First 5.000 Years” dejan claro que la actividad económica nace hace cinco milenios, que está grabada en nuestras almas, y que de alguna forma modela lo que somos. Por supuesto, no se trata de incorporar un estudio de análisis económico en cada trabajo pero, si un mundo se crea sin tener en cuenta una mínima estructura económica, se nota.
Por último, dos comentarios, de un gran novelista y de un gran economista. Robert J. Sawyer en el preámbulo de su novela “Starplex” escribe que todo escritor de ciencia ficción debería tener la suerte de contar con un amigo doctor en física. La afirmación es correcta aunque tal vez, incompleta. Si es posible, debería tener otro amigo más, un doctor en economía. Y, parafraseando al premio Nobel de economía y fanático lector de ciencia ficción Paul Krugman “sería adecuado poder contar con algún economista en la elaboración de trabajos de ficción“.
Juan Vega
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Imagen de David Cowan en FreeImage y Alemko Coksa en Pixabay.
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Sobre el blog
El objetivo de este blog es analizar la economía que subyace en la literatura de ciencia ficción y fantasía. También hay un apartado completo para la educación, donde docencia en economía y ciencia ficción se conectan. Ambos mundos pueden mejorar conjuntamente, la economía incorporando imaginación y creatividad y la ficción científica enriqueciendo la construcción formal de mundos.