Tocando Fondo // Cory Doctorow

Palabras clave: utopía, economía de reputación, moneda basada en reputación, economía posescasez, desigualdad, distribución de riqueza. “Tocando Fondo”,  Cory Doctorow.

Cory Doctorow (2003) “Down Out in the Magic Kingdom”, ed. TOR, USA, ISBN 076530953X.

Cory Doctorow (2005) “Tocando Fondo”, ed. AJEC, ISBN 9788496013162.

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Nos vamos a un futuro próximo con Cory Doctorow, y nos ubicamos en un lugar de ensueño para el autor, Walt Disney. Y, en el estilo directo de Cory, empiezan a suceder hechos dentro del parque, rivalidades entre distintos grupos que se ocupan del mantenimiento y la promoción de las diferentes zonas del mismo. Además, el autor imagina una sociedad “Bitchun” en fase posterior a la escasez con necesidades ampliamente satisfechas e individuos con esperanza de vida de varios siglos.

Volver a Disney World fue como regresar a casa. Mis padres me habían traído por primera vez cuando tenía diez años, justo cuando los primeros indicios de la sociedad Bitchun empezaban a calar lentamente en la conciencia colectiva: la muerte de la pobreza, la muerte de la muerte, la lucha por reenfocar una economía que se había desarrollado enfocada en nada menos que en la pobreza y la muerte.

Prácticamente todas las necesidades están cubiertas. Escasos bienes son deseados como por ejemplo una buena vivienda o un lugar adecuado en un restaurante abarrotado. Todo el mundo tiene implantes con acceso directo a la red en cualquier momento. Mejoras tecnológicas inimaginables en las atracciones del parque a partir de virtualizaciones interactivas, etc. Además, las personas viven centenares de años. En otras palabras, la muerte está superada dado que se guarda la memoria de cada individuo haciendo una copia de seguridad, backups, y mediante la clonación del cuerpo para volver a la situación de inicio. Bitchun es una especie de evangelio que se propaga, objetivo de docencia en las universidades.

De manera efectiva e inmediata, el Departamento de Sociología Adhocrática de la Universidad de Toronto está en marcha. Prometemos gran relevancia a los currículos con un énfasis en reputación económica, dinámicas sociales pospobreza, y la teoría social de la prolongación indefinida de la vida.

La novela en centra en Julius, un hombre con más de cien años pero con apariencia de un chaval de 25 que vive y trabaja con Lil, una espectacular pelirroja veinteañera. El mejor amigo de Julius es Dan, un tipo que dejó de compensarle vivir y que busca la mejor forma de desaparecer. Pero en esta novela no es tan fácil desaparecer.

Con estas condiciones las monedas fiduciarias desaparecen y en su lugar se crean los whuffies, un sistema de reputación social digital. La sociedad funciona a través de ellos y cada persona es evaluada constantemente por otras personas midiendo la reputación pública, la estima y el respeto que implican. En una discusión Dan y Julius exponen con claridad el concepto de moneda whuffie.

Había una buena discusión, que podríamos tener miles de veces sin llegar a un acuerdo. Le concedía que el Whuffie retomaba la verdadera esencia del dinero: antiguamente, si te arruinabas, pero conservabas el respeto, no te morías de hambre; por el contrario, si eras rico y odiado, ninguna suma podía comprar tu paz y seguridad. De modo que midiendo la cosa que el dinero realmente representa -tu capital personal con tus amigos y vecinos- evaluabas con mucha más seguridad tu prosperidad.

Más en concreto, la nueva moneda es un indicador de popularidad. Cada vez que realizas una actividad ganas o pierdes whuffies y esto se produce de forma instantánea. Más whuffies, más popularidad, menos whuffies, tienes un problema. La reputación pública y visible de todos y para todos.

—Soy Lil —dijo.

—Dan, es un placer.

Sabía que ella estaba escaneando su Whuffie, y me di cuenta de su desaprobatoria mirada de sorpresa. Nosotros, los viejos que vivimos antes del Whuffie, sabíamos de su importancia; pero para los jóvenes es el mundo. Cualquiera que no los tenga es automáticamente sospechoso. Observé como rápidamente recuperaba su sonrisa, y sigilosamente pasó su mano contra sus vaqueros.

La sociedad Bitchun proporciona máximo bienestar, es un óptimo social. Con independencia de la situación social de un individuo o de su tipo de trabajo. Un individuo con pocas whuffies no sólo tiene todas sus necesidades básicas sino un nivel de vida elevado.

Dan se rio elogiosamente. La Sociedad Bitchun había eliminado casi todos los tipos de tareas aburridas y repetitivas, y las que quedaban: servir en bares, limpiar los inodoros, proporcionaban Whuffie en abundancia y una vida de solaz en tu tiempo libre.

(…)

En un mundo dónde incluso los perdedores con Whuffie cero podían comer, dormir, viajar y acceder a la red sin discusión, su riqueza era más que suficiente para acceder con regularidad a las pocas y excepcionales cosas triviales que quedaban en el mundo una y otra vez.

(…)

La primera vez que Dan y yo nos hicimos amigos, en la Universidad de Toronto, había sido el centro de un montón de sentimientos ambivalentes, y tan pobre de Whuffie como podía serlo un hombre. Dormía en un pequeño ataúd, perfectamente climatizado, en el campus. Era angosto y soso, pero tenía libre acceso a la red y un montón de material para entretenerme. Mientras no podía conseguir mesa en un restaurante, era libre de hacer cola en cualquiera de los mercados de los alrededores y hacerme con cualquier cosa que quisiese para comer y beber cuando quiera que se me antojase. Comparado con el 99’99999 por ciento de toda la gente que había vivido en toda la historia, tenía una vida de lujo incomparable.

Cory adelanta algo que está sucediendo desde hace tiempo. La economía de reputación. Los factores productivos y los factores tecnológicos han primado desde la revolución industrial en los procesos de producción. Pero, cada vez con más fuerza, los factores sociales, los tipos de relaciones y la fama o popularidad que tengas son decisivos. En las economías colaborativas, en el sector turismo, en el mercado de trabajo o en el sector de transporte, con la reputación online a la hora de optar a un empleo o con un cliente. La reputación realmente se ha convertido en una moneda de cambio comercial. Y el efecto no ha hecho más que empezar.

Ahora bien, daría la sensación de que el sistema propuesto por Cory es bastante justo puesto que si uno realiza el bien obtiene whuffies por lo que los que tengan más whuffies serán las mejores personas y más ricas. ¿Pero esto es así? ¿no han conocido en alguna ocasión una persona maravillosa muy pobre? ¿o a un indeseable extremadamente rico? etiquetar a los individuos es delicado, aunque todos lo hacemos.

Además, los whuffies como moneda tienen problemas. Las funciones del dinero son muy claras, son un medio de pago o de cambio, implican depósitos de valor, sirven como unidad de cuenta o de cambio y como patrón de pagos diferidos junto con un motivo especulativo propuesto por Keynes. Y lo cierto es que, ninguna de estas características las cumplen los whuffies. Es decir, el valor fiduciario de una moneda tiene sentido sólo si lo que adquieres tiene un coste. Esto es, con necesidades satisfechas el concepto de valor cae y el uso de la moneda también.

Por último, el concepto de riqueza cambiaría puesto que todo se convierte en un enorme concurso de popularidad donde los que tienen whuffies acapararán más whuffies. En otras palabras, en una pura economía de reputación como describe la novela habría unos enormes problemas de desigualdad en la riqueza, aunque ésta sólo sirva para las colas de los restaurantes y adquirir una casa mejor. Un futuro pues, sin necesidades materiales y sin embargo, fuertemente injusto. Una enorme paradoja.

Juan Vega

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Puedes encontrar más información general de la novela en Wikipedia y amplias opiniones personales en foros de Goodreads. Una discusión de los fundamentos teóricos de la economía en la ciencia ficción / fantasía puedes leerla en “Estado de la Cuestión” en este mismo blog.

Imágenes de PIRO4D y RyanRealmYT en Pixabay.

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